APIA viajó a Monegros para conocer el proyecto LIFE+ CREAMagua

Socios de APIA visitan la comarca aragonesa de Los Monegros para conocer una de las grandes zonas semidesérticas de Europa occidental y, contra todo pronóstico, se encuentran con ríos, regadíos, humedales y bosques de ribera. Elementos todos ellos que se combinan en el proyecto LIFE+ CREAMagua, con el fin de reducir el impacto ambiental de la agricultura intensiva.

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Tras el hito geomorfológico del Tozal de la Cobeta, en Castrejón de Monegros (Huesca), se extiende el característico paisaje semidesertico monegrino. Foto: José Antonio Montero.

Queda más o menos un mes para que llegue a Huesca un buen número de expertos de todo el mundo en zonas húmedas. Del 14 al 18 de septiembre, esta ciudad será sede de Wetlands 2014, el congreso internacional que servirá de punto culminante a un proyecto de restauración ecológica al que si le sobra algo es osadía. Una comarca como Monegros, donde la escasez de agua ha sido una especie de maldición para sus habitantes, está siendo el campo de pruebas para un experimento curioso y, si sale bien, ilusionante: comprobar, a través del proyecto LIFE+ CREAMAgua, hasta qué punto la creación de humedales como filtros verdes puede servir para limpiar el agua contaminada de los regadíos de Monegros.

En el congreso de Huesca el plato fuerte que se servirá a la comunidad científica internacional será la oportunidad de que verifique si las acciones realizadas desde 2011 por este proyecto funcionan y si se pueden aplicar a gran escala. Pero un aperitivo del interés de lo realizado ya lo hemos disfrutado un grupo de socios de la APIA, que el pasado 30 y 31 de mayo visitamos las zonas donde se ha actuado.

Primera pregunta que nos rondaba a los participantes en este viaje: ¿regadíos en Monegros, eso que algunos llaman el gran desierto de Europa occidental? Pues sí, y a tutiplén. Desde que décadas atrás comenzó a llegar a esta comarca aragonesa el agua de los ríos pirenaicos, decenas de miles de hectáreas de secanos del tramo más árido del valle del Ebro se transformaron en maizales, alfalfas (en buena parte exportadas hoy en día al mundo árabe como forraje para caballos), incluso arrozales… El cambio no se limitó al uso del suelo: en la mentalidad de las gentes de Monegros se implantó el entusiasmo inapelable por la llegada del agua como salvación para la comarca, hasta que en tiempos recientes la preocupación por el impacto ambiental de una agricultura tan intensiva y extendida ha empezado a abrirse hueco.

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Adriá Massip, técnico del LIFE+ CREAMAgua, explica a los socios de APIA los detalles del proyecto en una charla que dio en Sariñena (Huesca). Foto: José Antonio Montero.

A esta nueva inquietud responde LIFE+ CREAMAgua, una iniciativa surgida en el propio territorio, en concreto desde el Consejo Comarcal de Los Monegros, la entidad territorial que invitó a APIA a conocer el proyecto sobre el terreno y que ha obtenido apoyo económico de la Unión Europea (UE), a través los fondos comunitarios LIFE, para llevarlo a cabo. También promueven o colaboran en el proyecto entidades y organismos como la Confederación Hidrográfica del Ebro, el Gobierno de Aragón, el Instituto Pirenaico de Ecología y la Fundación Biodiversidad, entre otros.

Un proyecto demostrativo

«Los agricultores nos sentimos orgullosos del proyecto, nos da buena imagen». Con estas palabras nos recibió Daniel Périz, alcalde de Lalueza y él mismo agricultor, durante el acto de presentación que nos organizaron en Sariñena (Huesca), capital de los Monegros. Otro alcalde, Ildefonso Salinas, de Villanueva de Sijena, además de presidente del Consejo Comarcal de Los Monegros, y Paqui Gállego, gerente de esta entidad, nos acompañarían durante los dos días de la visita. A todos ellos se les notaba encantados de poder mostrarnos los beneficios ecológicos conseguidos, conscientes del sambenito que acompaña al regadío monegrino por su larga lista de impactos ambientales, empezando por la contaminación de las aguas que el LIFE+ CREAMAgua trata de paliar. También se le señala como destructor del hábitat de uno de los grandes santuarios europeos para las aves esteparias, lo que obligó en su día a la UE, avisada por los grupos ecologistas, a rescatar más de cien mil hectáreas para blindarlas ante posibles transformaciones colocándolas bajo la protección legal de varias zonas ZEPA.

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Humedal creado por LIFE+ CREAMAgua en Monegros. Actúa como un filtro verde de las aguas que le llegan procedentes de los regadíos de la zona. Foto: Javier Martín.

La principal medida del proyecto ha consistido en crear medio centenar de balsas para recoger el sobrante del riego de los cultivos. ¿Qué se consigue con ello? Pues retener durante un tiempo el agua que llega cargada de contaminantes, como nitratos y fosfatos, antes de que llegue a ríos, arroyos y lagunas. La propia actividad biológica que “se cuece” en esas balsas (plantas, macroinvertebrados, algas y microorganismos) depura los vertidos agrícolas, como ya demuestran los primeros resultados.

El optimismo que gravita sobre el discurso de los responsables y técnicos del proyecto que nos acompañan hay que relativizarlo, como todos ellos reconocen, por el hecho de tratarse de acciones demostrativas, de prueba, que requerirían de una aplicación más generalizada cuando LIFE+ CREAMAgua se de por concluido a finales de este año. Pero por algo se empieza.

Hacia una nueva agricultura

De las 16 zonas donde se ha actuado, circunscritas a la cuenca del río Flumen y repartidas por ocho términos municipales, accedemos a algunas de ellas. La que más me llama la atención por su envergadura y originalidad está en el término municipal de Lalueza, donde ha sido creado un rosario de doce balsas conectadas entre sí durante varios kilómetros ladera abajo, de manera que cada una funciona como cubeta de decantación de la siguiente.

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Este tubo desagua al río Flumen aguas procedentes de zonas agrícolas, tras ser retenidas en balsas naturalizadas para rebajar su contaminación. Foto: Javier Martín.

Otra de las visitas que hacemos nos permite conocer una medida que también se está trabajando, esta vez con el fin de recuperar la biodiversidad: restaurar el bosque de ribera del río Flumen mediante la repoblación con árboles autóctonos como sauces, almeces y fresnos. De momento se ha actuado en tramos de márgenes fluviales que suman casi setenta hectáreas, repartidas por ocho términos municipales.

Dedicamos nuestro segundo día de estancia en Monegros a conocer algunos de los atractivos culturales y naturales de la zona, como el monasterio de Villanueva de Sijena, la laguna de Sariñena, el humedal aragonés más importante para las aves acuáticas junto con Gallocanta, y el Tozal de la Cobeta, en el término municipal de Castrejón de Monegros (Huesca). Esta sorprendente atalaya natural nos permite contemplar el imponente paisaje semidesértico de barrancos, cerros y planicies característico de Monegros.

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Socios de APIA y responsables del Consejo Comarcal de Los Monegros, en los alrededores del Tozal de la Cobeta. Foto: Javier Martín.

Si en su momento los monegrinos se empeñaron en transformar parte de estos paisajes en regadíos, ¿por qué no concederles ahora la posibilidad de avanzar hacia una agricultura menos agresiva para al medio ambiente a través de las lecciones que nos enseñan proyectos como LIFE+ CREAMAgua? Estaremos atentos para comprobarlo.

Más información, en http://www.creamagua.com

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Foto de grupo de los socios de APIA participantes en el reciente viaje a la comarca aragonesa de los Monegros. Foto: Javier Martín.

Agradecimiento: A Elena Villellas, responsable de comunicación del Consejo Comarcal de Los Monegros y del LIFE+ CREAMAgua, por convertir el viaje de APIA en una experiencia de la que aprendimos y disfrutamos tanto que nos ha dejado a todos con ganas de repetir.