Santos Casado: “En la divulgación ambiental no hay que insistir excesivamente en lo negativo”
En el reciente Congreso Nacional de Periodismo Ambiental `Comunicar Biodiversidad. La emergencia del siglo XXI´ tuvimos el privilegio de contar con la intervención en una de las tertulias que organizó APIA de Santos Casado de Otaola. Biólogo y profesor asociado del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, también trabaja en la Fundación Fernando González Bernáldez. Es autor de diversas publicaciones sobre la historia de las ciencias naturales, de la conservación de la naturaleza y de los movimientos ambientales en España: `Los primeros pasos de la ecología en España´ (Madrid, 1997, segunda edición, 2000); `La escritura de la naturaleza´ (Madrid, 2000); `La ciencia en el campo´ (Madrid, 2001) o `Naturaleza patria´ (Madrid, 2010).
¿Cuáles crees que son las principales herramientas de divulgación ambiental ahora mismo?
Lo bueno de la divulgación es que es un campo muy abierto y, por tanto, los canales de comunicación son también múltiples. Yo sobre todo he cultivado la palabra, a través de la conferencia o del artículo escrito, pero también hay otras muy atractivas y útiles. Por ejemplo, los medios audiovisuales y digitales. En todo caso, es muy importante cuidar el lenguaje, la selección de las palabras, la redacción y la elección de los mensajes.
La elección de la palabra biodiversidad para este Congreso ha sido un exitazo y creo que da la razón a este argumento. Se trata de un término que capta una idea muy poderosa, que al mismo tiempo es compleja y simple, y que se puede trasladar a públicos de todos los niveles.
¿Desde tu experiencia cuál es el criterio que hay que usar a la hora de elegir las palabras y el mensaje para que lleven a la acción?
Eso sería encontrar la piedra filosofal, porque a veces se trasladan mensajes que deberían llevar a la acción pero que consiguen el efecto totalmente contrario al que se busca e incluso que llegan a ser contraproducentes y causan, por ejemplo, una sensación de miedo o angustia que pueden llevar a hacer que las personas sientan la necesidad de retirarse o de inhibirse. A veces ocurre lo mismo con la saturación, que inmuniza de algún modo a los destinatarios. No hay que insistir excesivamente en lo negativo. Siempre hay que equilibrar la honestidad y la sinceridad sobre la gravedad de los problemas con algún tipo de alternativa, solución, horizonte, etc.
¿Sería el caso, por ejemplo, de la palabra biodiversidad, como decías antes?
Biodiversidad es una palabra que es una poderosa aliada porque muchas de las palabras clave como cambio climático, contaminación, plástico, etc. Están cargadas de connotaciones negativas. En cambio, biodiversidad es un término con el que se puede hablar de problemas, de dificultades, de amenazas y de crisis, pero con que al mismo tiempo se puede hablar también en positivo. Es una palabra que no está necesariamente connotada negativamente sino al revés, en sí misma ofrece una especie de ilusión, de idea positiva.
¿Qué diferencia ves entre la comunicación de la investigación y la divulgación científica y la comunicación desde el periodismo especializado?
Creo que las fronteras son borrosas, incluida la participación de activistas de organizaciones. Y es importante que todos hagan el esfuerzo de comunicar fuera de su circuito académico u organizativo.
Tú que trabajas en la universidad ¿Cómo valoras el despertar de la conciencia ambiental juvenil?
Pues con mucha ilusión porque sí que es cierto que echaba de menos esa inquietud entre la gente más joven. Además de su actividad, de su protesta, es positivo y esperanzador que tengan un discurso bastante coherente, bastante informado, que no es solamente una pose o una moda, sino que trasluce que verdaderamente están asumiendo un liderazgo en un asunto en el que el resto de la sociedad, al menos en los últimos tiempos, no ha estado a la altura.