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Los periodistas ambientales tenemos que incidir en el rigor y en el contraste de fuentes para dar información de calidad.
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Los bulos del periodismo se combaten con el buen oficio: diversidad de fuentes, contraste de la información, verificación de los datos…
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El periodismo ambiental contribuye al cambio de modelo en el consumo, al visualizar opciones más responsables en el marco de la emergencia climática. Apasionar al lector y engancharle es también interesarle por los temas e implicarle.
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La información ambiental y sobre la descarbonización es una materia transversal y no se debe reducir al ámbito económico.
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El pacto social de periodistas y científicos en busca de la verdad les convierte en profesionales ideales para trabajar juntos en comunicación.
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Cuando a las empresas se les da la oportunidad de explicar sus proyectos de forma rigurosa y con periodistas especializados, la comunicación fluye.
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La información ambiental por parte de los emisores o gabinetes de comunicación tiene que huir de lo comercial y buscar noticias que aporten valor a la sociedad.
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La comunicación sobre energía debe tener en cuenta a las empresas, pero también a la gente que vive en los territorios. Contar historias es la mejor forma de atrapar al lector.
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La tecnología nos aporta datos que permiten mejorar la gestión y la comunicación, pero hay que saber convertir los datos en información útil, contextualizada y comprensible para el público. Huir de los tecnicismos.
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Sobre diferentes fuentes de energía, hay que contar lo bueno y lo malo, pero resaltar los aspectos positivos: el papel beneficioso de las energías limpias en los ecosistemas y en la calidad del aire.
